Alfredo Rodolfo Bufano

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Poeta, periodista y profesor. Nació en Puglia (Italia), el 21 de agosto de 1895. 

Era hijo de Leonardo Bufano y de Concepción de Cristo. Meses después sus padres emigraron a la Argentina y se radicaron en Guaymallén (Mendoza). Allí se crió en un ambiente familiar entristecido por la pobreza. Cursó hasta tercer grado de la escuela primaria y a los trece años se trasladó junto con su familia a Buenos Aires en busca de nuevos horizontes. A los 20 años comenzó a publicar versos en “El Correo Musical Sudamericano” y a colaborar en “Caras y Caretas” y “Mundo Argentino”. En 1917, cumplió dos grandes sueños, publicó El viajero indeciso y se casó con Ana Giusti. Tomó contacto con las últimas tendencias poéticas, frecuentó círculos artísticos y literarios, se hizo amigo de Baldomero Fernández Moreno, Martínez Estrada, Rafael de Diego y otros jóvenes que también profesaban el culto a la poesía. 

Tres años más tarde, su libro Canciones de mi casa, obtuvo el segundo Premio Municipal y casi simultáneamente falleció su madre. A ella le dedicó Misa de Réquiem. Años más tarde, se radicó en San Rafael (Mendoza), donde se desempeñó como inspector de Vialidad Nacional. En 1926, por gestión del ministro Antonio Sagarna, fue nombrado profesor de Castellano, literatura y geografía en la Escuela Normal Santafesina. En esa ciudad realizó sus creaciones más perdurables. Su abundante producción abarca más de treinta volúmenes, casi todos ellos distinguidos con premios nacionales y provinciales. 

Entre los más difundidos se destacan: Tierra de Huarpes (1927); Poemas de la nieve (1928); El reino alucinante (1929). En 1930, publicó Open Door y Valle de la soledad, que obtuvo el primer premio en el Concurso de las Provincias de Cuyo, compartido con Fausto Burgos. En 1932, con Roman cero, logró el Premio Nacional de Letras. Al año siguiente dio a la estampa Laúdes de Cristo Rey y Místicos italianos de la Edad Media, y en 1934, Los collados eternos. En 1935, Bufano comenzó a colaborar en el suplemento dominical de “La Prensa”, diario cuyo vínculo se prolongó en el tiempo a través de sus hijos y nietos que trabajaron en la redacción.

Aparecieron sus aforismos sobre Jerarquía de la soledad, publicó Poemas para los niños de las ciudades y Zoología política. Entre otras de sus obras se cuentan: Poemas de la tierra puntana (1936); Ditirambos y romances de Cuyo y El retorno al espíritu (1937). Compuso además la letra del Himno a la Universidad del Litoral (1938) y se publicaron los textos de varias conferencias. 

En 1943, Búfalo asumió la presidencia de la filial mendocina de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE), y fue vicepresidente de la misma en Buenos Aires. Por entonces, pronunció una Charla sobre la amistad, en Mendoza, editada años más tarde. Recopiló y publicó en libro los aforismos sobre Jerarquía de la libertad, en 1945, donde se manifestó contra el despotismo y la intolerancia. Su nombre fue incluido en la lista de intelectuales no gratos al régimen imperante, y dos años después lo exoneraron de sus cátedras en la Escuela Normal. Es indudable que comenzó para él un período de penurias, pero se trasladó a Buenos Aires y obtuvo un puesto en la entidad cultural “Amigos del Libro”.
Durante sus últimos años realizó en misión cultural una extensa gira por el norte de África, España y otros países europeos. De este acercamiento a otros horizontes y otras formas de vida surgieron sus últimos libros: Juntoalas verdes rías (1950) y Elegía a un soldado muerto por la libertad (1950). Varias de sus obras han sido traducidas al italiano por Folco Testena, al portugués por Pedro Aratanha y al inglés por Sidney Thomas. Fue miembro correspondiente de la Academia Argentina de Letras. Falleció en San Rafael (Mendoza), el 30 de octubre de 1950. Por su expresa voluntad sus restos reposan junto a la tumba de su esposa. Se han editado sus Poesías Completas, en tres tomos por la Secretaría de Cultura de la Nación, en 1983, con Estudiopreliminar, por Gloria Videla de Rivero. Emilia Bertolé lo pintó en un hermoso cuadro con su enhiesta silueta y su hermosa cabeza. Una calle de la ciudad de Buenos Aires lleva su nombre.

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