Leonora Carrington y Remedios Varo

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Un recorrido por el arte surrealista de dos artistas icónicas

Puede considerare a Leonora Carrington y a Remedios Varo como dos de las mayores exponentes del movimiento surrealista.  Algo en su estilo, desde la estética, el simbolismo y lo onírico, hace que su creatividad y sus pinturas y esculturas nos retrotraigan a lo místico, lo onírico, la muerte, la magia y a la infancia. Es por eso por lo que, entre alquimias, bosques, conjuros, duendes y gatos estas grandes artistas lograron crear un estilo propio y una obra muy única. Hacer un recorrido de su obra, es comprender la historia de tales particulares mujeres, que pudieron encontrar entre su estilo personal y el movimiento surrealista, un campo fértil para seguir creciendo artística, personal y profesionalmente. 

Ambas fueron grandes amigas, provenían de entornos muy distintos, pero llegaron a coincidir en México durante el exilio Nazi. México fue un país que albergó exiliados de la guerra y les facilitó un lugar donde crecer profesional y libremente a muchos artistas. Motivo por el cual muchos expatriados europeos referentes del surrealismo pudieron encontrarse allí. Leonora Carrington y Remedios Varo fueron desarrollando en México una estrecha relación artística y personal, ensamblando un estilo pictórico y escultórico muy particular.

Leonora Carrington (1917-2011) creció en una familia de clase alta inglesa, en un castillo neogótico de grandes y floridos jardines. Su vida en este lugar tan particular, sumado a su gran imaginación y a la influencia de su abuela paterna quien le inculcó su amor por los duendes y el arte celta, hicieron que Leonora desarrollara una gran pasión por el misticismo, la alquimia y los duendes. Curiosa, inquieta y rebelde al deber ser, fue expulsada de todas las escuelas religiosas y tradicionales a los que la enviara su familia. Terminó sus estudios artísticos en Firenze donde comenzó desde allí su carrera como pintora y escultora. Leonora se casó con Max Ernst, el gran referente surrealista, y tuvo una vida marcada por el exilio, la locura y diversos traumas que la marcaron, hasta que pudo refugiarse en México.

Remedios Varo (1908 – 1963) por su lado, española, provino de una familia bastante más contenedora y de un padre de avanzada que por sobre todas las cosas, en aquella época, impulsaba a que su hija se desarrollara y estudiara. La inscribió en la Academia de San Fernando siendo la primera mujer en hacerlo y lo que le permitió contactarse con referentes como Garcia Lorca y Dalí. Al igual que a su amiga Leonora Carrington, debió exiliarse por la ocupación Nazi, primero en Francia, luego una breve estadía en Marruecos hasta encontrar un hogar final en México.

Obras destacables de Leonora Carrington:

La obra de Leonora Carrington se destaca por su misticismo, sus seres mitológicos, hadas, duendes y símbolos de todo tipo. Supo destacarse con sus libros, su pintura y sus magnificas esculturas. En cuanto a sus escritos: “La casa del miedo” (1938), su autobiografía “En Bas” (1943), “La trompeta acústica” (1976). De sus pinturas cabe destacarse: “El mundo mágico de los mayas” (1960) o “Laberinto” (1991). Pero son sobre todo sus esculturas la que captaron gran atención, en las que plasmó sus gigantes seres mitológicos que hoy están en diferentes partes de la ciudad de México “Cocodrilo” o “La barca de las garzas”.

Obras destacables de Remedios Varo:

A Remedios Varo se le atribuye una extensa producción artística con un estilo muy característico. Entre lo onírico y lo surrealista, sus personajes por lo general se encuentran en mundos mágicos, realizando conjuros, magia y haciendo alusión a símbolos y arquetipos. Un toque especial de esta artista es su capacidad para unir mundos: la realidad y los sueños, lo animal con lo humano, lo real, con lo religiosos y lo científico. La mujer maga, aquella dueña de una intuición especial es un conocido personaje de Remedios Varo. Cabe mencionar grandes obras suyas como: “El tejido de los sueños” (1935), “El paraíso de los gatos” (1955), “La creación de las aves” (1957) y “Mujer saliendo del psicoanalista” (1957).

Estas dos artistas supieron encontrarse en México, país que las recibió y les dio una cuna fértil donde seguir desarrollando sus inquietudes artísticas e intelectuales. De procedencias e historias distintas, tuvieron en común un fuerte espíritu de lucha por los derechos de la mujer y por la posibilidad de cada artista de plasmar su estilo personal. En el surrealismo, circulo que frecuentaron en sus primeros pasos por Europa, supieron encontrar un lugar de pertenencia donde aprender, aunque no siempre adhirieron a preceptos tan estrictos. En México, y luego de que las dos vivieran el exilio, el encierro y el trauma, se encontraron como amigas y como colegas amantes de los mismos temas. Sus obras se fueron retroalimentando y enriqueciendo mutuamente, por lo que pueden encontrarse muchos puntos en común entre ambas.

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