Payador y cantor. Nació en Merlo (Prov. de Bs. As.), el 16 de febrero de 1882, hijo de Martín Castro y de doña María Lacumberry.
Quedó huérfano a los ocho años y sin instrucción anduvo rodando por los ranchos de la zona. Llegó a la adolescencia sin conocer las cinco primeras letras del abecedario. Fue albañil, boyero en su juventud, y a los 20 años trabajó en la estancia de Bernardo de Irigoyen. Formó parte del grupo de poetas y cantores populares que, acompañados por su guitarra, se enfrentaban en las célebres payadas.
En almacenes de pueblo, pulperías o circos, los payadores competían durante largas horas frente al público, improvisando en verso y respondiendo por turno de la forma más ingeniosa posible. Los temas eran el amor, la soledad, la pobreza, la amistad, la muerte, los mismos que interesan a los seres humanos de todos los tiempos. Pero Castro fue especialmente sensible a la injusticia social y sus versos, sencillos y directos, alcanzaron enorme repercusión popular. Con el tiempo también cantó en glorietas, locales políticos y en sindicatos en dúo con José Antonio Mata, con el que permaneció durante cuarenta años.
Escribió docenas de poemas que fueron reunidos en diez libros inhallables, pero que en un tiempo eran infaltables, en todos los ranchos y casas humildes. Su poema más conocido fue El huérfano, escrito en 1908, que tuvo una extraordinaria difusión y se cantó en toda América latina. Otros poemas suyos fueron Camino del payador(s/f) y Contrapunto (1967).
Una recopilación de sus principales poesías criollas las recogió en “El Fogón de don Martín”. Por su defensa de los derechos de los trabajadores y sus críticas directas a las clases dominantes pasó más de una temporada en la cárcel de Villa Devoto, en el sector de presos sociales, adonde iban a parar los anarquistas, muchos de ellos poetas y escritores. A pesar de confesarse que era “tolstoiano”, es decir, ácrata, agregaba furioso anticlerical. Cantó con igual entusiasmo a Sarmiento y a Rivadavia, quizá por ser este último el que propugnó la reforma religiosa.
Vivió durante muchos años en la localidad de Ciudadela (Prov. de Bs. As.) y murió el 7 de abril de 1971. Sus versos fueron cantados por Hugo del Carril, Edmundo Rivero, Fernando Ochoa, Alberto Castillo y Horacio Guarany. Dejó preparada una colección inédita de sus versos, acompañada con una autobiografía.
Su obra resistirá el tiempo porque une a los encantos de la versificación fluida y cristalina, densidad de pensamiento y belleza literaria. Era de elevada estatura y de ojos celestes. Fue un hombre bueno y de generosidad. En su tumba en el Cementerio de San Martín (Prov. de Bs. As.), varios payadores improvisaron en su homenaje. Una calle del partido de Tres de Febrero (Prov. de Bs. As.), lleva el nombre de “Payador Martín Castro”.