Animales y campo holandés en la pintura del siglo XIX
La historia de la pintura conoció al pintor holandés Antón Mauve durante el siglo XIX. Antón Mauve cautivó al mundo del arte con sus escenas realistas, muy realistas, en las que el mundo equino y el mundo bovino tuvieron una gran influencia, al menos para él. Su calidad pictórica fue tal que incluso se dice que influyó en grandes artistas, y lo cierto es que cuando se analiza su obra y se hace un recorrido por sus diferentes cuadros se logra entender este último punto.
Antón Mauve nació en Holanda y vivió apenas unos cincuenta años. Vivió entre los años 1838 y 1888. Así como Antón Mauve disfrutaba de los caballos y de las vacas, también lo hacía del aire libre. El clima rural holandés de aquella época tenía para él un imán que lo atrapaba y lo hacía permanecer horas y horas pintando in situ, al aire libre. La luz, una amiga infaltable en sus obras, las que sabía captar y representar de manera única, convirtiéndose en un maestro en este arte. Antón Mauve fue parte del movimiento de pintores de la Haya y a él se le atribuyen grandes obras como: Cabalgata matutina en la playa, Buscando leña, Cambiando pasturas y Barco de pesca en la playa.
Barco de pesca en la playa
Barco de pesca en playa es un óleo sobre lienzo que Antón Mauve realizó en el 1882. Es una obra atípica para su época porque mezcla dos conceptos distintos. Por un lado, la ruralidad asociada a los animales, a los caballos tan frecuentes en su obra, pero que en definitiva servían como animales de carga, y la arena, el aire de mar. Todo un gran espectáculo en torno a un gran barco de madera. Un barco pesquero, antiguo, conformado por tablones largos y curvos. Una bellísima escena, cargada de sencillez, romanticismo y naturalidad en la que el uso de la luz y el color es realmente remarcable. ¿Por qué? Porque la luz tenue y difusa se entremezcla a la perfección con la manera en la que son pintados el cielo y la playa. El color arena y el celeste se entremezclan potenciando esa luz, esa especie de neblina matutina. Un clima de esfuerzo y resignación se respira en esta obra.
Esta junto con otras es una gran obra maestra de Antón Mauve que se encuentra preservada en el Museo Holandés de la Haya.
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