El impresionista argentino
Fernando Fader fue el autor de grandes pinturas de paisajes argentinos. Inspirado en el impresionismo que se tejía a nivel mundial, sobre todo de las influencias europeas donde se formó, Fernando Fader tradujo los principios básicos de esta corriente pictórica a los más bellos y típicos paisajes argentinos. Las sierras y las llanuras cordobesas, provincia en la que se radicó para sobrellevar su tuberculosis, fueron las principales beneficiarias de su pincel. Y así, Fernando Fader se constituyó en el pintor impresionista por excelencia. Sus cuadros, pura luz, agilidad, naturaleza y color son testigos de lo más típico de la vida en la provincia de Córdoba.
Vida de un impresionista argentino
Fernando Fader nació en el año 1882 en Burdeos, Francia. Su formación estuvo dividida entre aquel país y Alemania. En estas dos cunas, a principios del siglo XX, se codeó con lo más puro del impresionismo. Motivo por el cual sus cuadros estuvieron marcados fuertemente por este estilo. Ya a sus 30 años estaba en la Argentina intentando suerte con sus pinturas y, amante de la ingeniería, llevando adelante su propia empresa.
Lamentablemente su empresa fue a la quiebra y agobiado por la tuberculosis se radicó en Córdoba en busca de un clima más seco y benevolente con su cuerpo. Ahí construyó su casa, su refugio, donde vivó hasta su muerte y donde realzó sus más grandes oleos y acuarelas.
El impresionismo
El impresionismo es un movimiento que se dio en el arte a fines del siglo XIX. Con la posibilidad que otorgaban los diferentes elementos pictóricos, nuevas pinturas en envases más llevaderos, sumado con los avances de la fotografía, poco a poco se hizo factible que los artistas abandonaran sus atelieres para salir a pintar afuera, a la naturaleza.
Captar lo efímero y los cambios de luz fue una de las mayores obsesiones de los pintores impresionistas. Antes de la naturaleza, buscaban captar como la luz podía impactar en un paisaje y recrear ese estado.
Dueños de una pincelada ágil y veloz, las pinturas impresionistas se caracterizaban por pintar bellísimos paisajes a partir de pinceladas cortas y esquemáticas pero que en un todo representaban aquello que buscaban representar. Sobre una base fuerte de dibujo e imagen, los impresionistas buscaban reflejar la luz, su gran protagonista.
“La vida de un día”
“La vida de un día” es una maravillosa serie de ocho óleos de Fader que se encuentran preservados en el museo Castagnino de la Ciudad de Rosario. Realizados sobre tela en el año 1917, de una belleza y sutileza única, y con un claro estilo impresionista que lo enmarca, el artista plasma en ellos su casa de Córdoba, atravesada por los cambios de luz de diferentes momentos del día. La casa que Fernando Fader se construyó en Córdoba, fue un verdadero refugio para él. Fue el lugar donde encontró una vida saludable, libre de la humedad porteña. También un lugar donde se inspiró del más bello paisaje, plantas, flores y arroyos. Fue una casa que construyó el y que puso en ella mucho de su impronta. Fue su atelier, centro de reuniones y lugar de contemplación.
“Los mantones de Manila”
“Los mantones de manila” es una obra realizada por Fader en el año 1914. Se trata de un óleo sobre lienzo de grandes proporciones que representa a cuatro mujeres en un salón interior, entre telas, mantones y mantillas. En el centro de la escena se encuentra una mujer, protagonista, desnuda, que aparentemente es Manila probándose un bello mantón a flores. Por detrás, puede ser que la asista su madre, o una hermana. Y a sus costados lo que parecerían ser dos sirvientas. Todo en esta pintura es color, detalles y domesticidad.
“Al solcito”
“Al solcito”, término bien argentino para describir esta imagen de la sierra cordobesa. Una mujer, quien se cree que fue su madre, se encuentra con un rodete y un vestido azul algo inclinada observando el paisaje. De corte impresionista, con trazos agiles. La sierra por detrás de ella en unos colores mas gastados, como si del mediodía se tratara, contrasta con el azul bien fuerte y pleno de su sencillo vestido.
La velocidad de la pincelada impresionista no deja por ello de mostrar ciertos detalles de la escena. La mujer concentrada con sus cejas arqueadas y la cara muy cercana a sus manos. Parece que la vista no le llega a aquello que quiere hacer y por eso las acerca tanto a sus ojos. Entre sus manos unas pequeñas agujas de cocer se mueven formando un tejido. Un paisaje de sierras y caminos la enmarca, pero ella está concentrada en su labor.
Fernando Fader retrató grandes paisajes argentinos y muchas de nuestras costumbres cotidianas. Su estilo impresionista fue un aire fresco para nuestra pintura, el mismo que el vino a buscar para protegerse de su enfermedad. Fader y la Argentina, una relación reciproca.
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