Una habitación que lo protegió de la locura
Es sabido que el mundo interno de Vincent Van Gogh no fue fácil. Vivió meses de locura y tortura que lo llevaron a un gran malestar y deterioro. No más esta en reparar en la oreja dañada producto de un brote psicótico. Todos esos meses de insania, que realmente han de haber sido tortuosos lo llevaron a tener aún más cerca a su hermano Theo, quien siempre veló y cuidó económicamente de él. A su vez, Vincent Van Gogh estuvo internado en un hospital psiquiátrico en Arlés, tiempo que recordó de manera muy positiva. Tiempo en el que produjo grandes obras, como “la habitación de Arles” o “la Theo”. Es porque Arlés representó para él un refugio, un lugar de paz, donde sanar y estar tranquilo.
La pequeña habitación donde se encontraba era de tamaño reducido, pero, no obstante, en esa simpleza de detalles, amplió su imaginación y le permitió dar rienda suelta a su producción artística como pocas veces. Detalles, colores y viajes vistos a través de su ventana a lo largo del día le permitieron crear por un lado más libremente, pero por el otro más ordenada y calma mente.
El cuarto de Arles
Una de sus producciones más famosas de este periodo que data entre los años 1888 y 1889 es su pintura llamada “El cuarto de Arles”. Es un óleo sobre lienzo de 30 x 70 que hoy esta preservado en el Museo de Van Gogh en la ciudad de Amsterdam. En esta obra maestra de Vincent Van Gogh se puede recoger mucho contenido autobiográfico de éste y también de su mundo interior, complejo por demás. El objetivo de Vincent Van Gogh en esta obra fue lisa y llanamente retratar su habitación de Arlés. Sin otras pretensiones. La sencilles, la calidez, los elementos que la componían y su disposición. Con el azul como protagonista, se observa en esta obra una cama a la derecha con un perchero con ropa en su cabecera. A su izquierda una silla de paja y luego una mesa de luz con diferentes objetos de naturaleza muerta. Las jarras azuladas resaltan el color y combinan con el marco de las puertas en diferentes sectores de la habitación. Obras suyas y retratos cuelgan de la pared, al igual que un pequeño espejo y su delantal de trabajo.
Todo indica que en esta habitación Vincent Van Gogh pasaba mucho tiempo, pintaba, exponía sus obras y dormía. Un cuarto cálido, con luz y colores vivos, como el azul, el amarillo y el verde.
La perspectiva y el uso de la línea, no obstante, gruesa y bien marcada, da a la atmosfera psicológica de la escena un tiente particular. Es una calma entremezclada con irrealidad y algo de despersonalización, sensaciones que muchas veces el mismo Van Gogh padecería.
La pasión por los detalles simples
Muchos detalles de esta obra son los que hacen que sea tan magnifica. La sencillez de la naturaleza muerta y como esta se va organizando en la obra de manera de lograr un armonía a lo largo de ella. El mismo Vincent Van Gogh quiso que su obra fuera poco pretensiosa y que sólo mostrara lo que él veía y vivía en sus días. No obstante, de cada elemento se puede obtener mucho simbolismo, o al menos información biográfica de cómo vivió sus días de encierro. Ese “encierro” no obstante para él fue ciertamente liberador. Fue un refugio que lo protegió de la locura, le brindó orden y paz mental.
De esa misma habitación de Arlés, Vincent Van Gogh produjo otras grandes obras. Sus composiciones de girasoles, por ejemplo, flor y color por el cual sentía gran devoción y sobre todo la famosa serie “Noche estrellada”. A través de su ventana, fue notando y luego pintando el mismo paisaje tras los cambios de luz. Los campos, los girasoles y el pueblo de Arlés que se disponía con sus pequeñas casas por detrás.
Vincent Van Gogh vivió poco y murió a sus 37 años. Dueño de una personalidad compleja y aquejado por la enfermedad mental, no obstante, logró en esos intensos años de vida entre el 1853 y 1890 producir casi mil obras y mas de mil quinientos dibujos. Este neerlandés fue considerado uno de los mas grandes exponentes del post impresionismo.