Escritora y poetisa. Nació en Buenos Aires, el 24 de diciembre de 1881, hija del doctor Octavio Bunge y de doña María Luisa Arteaga.
Con sus hermanos se educaron en el hogar familiar siguiendo con admiración y respeto a los mayores Carlos Octavio y Augusto Bunge. Esa etapa de su vida la narró con lujo de detalles en Viaje alrededor de mi infancia (Bs. As. 1941), refiriéndose a sus juegos, como crecieron y vivieron. Delfina fue la que aportó la mayor cuota de femineidad. A medida que los mayores se instruyen, el hogar familiar tomaba un sesgo cada vez más intelectual. En 1886 comenzó la escuela primaria en el barrio sud. Luego con su hermana Julia cuando vivieron en San Isidro pasaron al Colegio de las Madres de María Auxiliadora. Aprendió idiomas con institutrices: francés, alemán e italiano, los números y elementales nociones científicas, que le fascinaban. Fue amante de la naturaleza. Entró además a interesarse por la religión católica, pero desde adolescente puso sus miras en la literatura y la música. En ese ambiente creció Delfina, recibiendo una educación esmerada. Era inteligente, dócil, notablemente inclinada por lo religioso y lo estético. En su juventud volcó en su Diario íntimo, según corría el paso de los años y los tiempos, las impresiones, rebeldías y esperanzas de una joven quinceañera que iba creciendo y madurando con el siglo.
Apunta datos de primera mano sobre su niñez y sus primeras poesías en lengua francesa, la vida. Trae valiosos testimonios sobre la condición de las niñas en esos hogares estructurados sobre costumbres católicas y represivas. En un ambiente teñido por un lánguido romanticismo, como ha escrito Mara Esther de Miguel. Descartada su vocación religiosa. Delfina relata en su Diario el encuentro con el que será su cónyuge, el escritor Manuel Gálvez, las conversaciones. Las dudas. el compromiso hasta su matrimonio en abril de 1910 y en julio partieron a Europa en viaje de luna de miel. Se ha dicho con razón que en pocas ocasiones se ha podido asistir a los entretelones íntimos de una relación sentimental entre dos escritores como en ese caso. Gálvez habló de ella en sus Memorias por las cinco excelencias que le conoció: personalidad, talento, buen gusto, estilo y capacidad de trabajo. Agrega además su condición de lectora lenta, y aparte de incursionar por la novela o la poesía que escriba con soltura en francés, retornaba siempre a sus autores preferidos a su Santa Teresa, a León Bloy, a su Madame Craven o a Ana María Emunevich. Luego Gálvez señala las enfermedades que la acosaron durante toda su vida, la atención de los hijos y las ocupaciones domésticas no le permitían leer como ella hubiera deseado.
Sin haber estudiado nuestro idioma, Gálvez llegó a expresarse en buena prosa. Llamó la atención a varios filósofos por la profundidad de sus ideas que mostraba un temperamento místico. Su libro Las imágenes del infinito (1919). contiene una riqueza de pensamiento filosófico, y obtuvo el Premio Municipal de 1922. Su primer libro de poesías contó con la ayuda de Gálvez quien lo tituló Simplemente. y apareció en 1910 seguido, por La Nouvelle Maison, ambos en francés. Publicó después Nuestra Señora de Lourdes. Las mujeres y la vocación; Las imágenes del infinito. El tesoro del mundo (Premio Nacional en 1928);Oro, incienso y mirra (cuentos), aparecido al año siguiente con ilustraciones de fray Guillermo Butler; Los malos tiempos de hoy (1927); Tierras del Mar Azul (1928), donde describe sus viajes; El reino de Dios, obra de pensamiento católico, Iniciación literaria, la mejor antología escolar que se ha hecho en el país, a juicio de Gálvez, quién ayudó a seleccionar autores; La belleza en la vida cotidiana, ensayos publicados en Chile, por la Editorial Ercilia; Escuela, hogar y Patria (en colaboración con su hermana Julia) en tres tomos. Y que originalmente fue libro de texto escolar para segundo y tercer grado aparecido bajo el rótulo de El arca de Noé(2ts.). Otro libro de temática infantil es El alma de los niños. En colaboración con Sofía Molina Pico escribió Dios y yo; Mi primer libro de religión y Curso breve de religión. Con la escritora nombrada, dirigió la revista Ichthys(1921)de tirada mensual para mujeres editada por el Centro de Estudios Religiosos que presidía. Perteneció a otras asociaciones piadosas y edificó en Alta Gracia donde tenían su casa de veraneo en unión de su amiga Guillermina Achával Rodríguez de Goyena, el santuario a la Virgen de Lourdes. Alfonsina Storni tradujo del francés algunas de sus poesías, y Folco Testena las vertió al italiano. Tras esa profusa labor, volvemos a citar su Viaje alrededor de la infancia, el más hermoso e interesante de sus libros como documento literario y psicológico reeditado en 1956. Su Diario íntimo de casi diez mil páginas de apretada escritura, se mantiene inédito y constituye un filón riquísimo para el estudio de su autora y de la época que vivió. Leída por Manuel Gálvez la considera única en la literatura de lengua española.
Después de casada dejó de escribir diariamente, pero tomaba la pluma con frecuencia, y en 1928. comenzó a comercio, estimando que desde 1934 hasta su muerte lo redacta desde hacía 31 años. Vivió bajo la amenaza de la hipertensión arterial foto casamientos de sus tres hijos y el nacimiento de sus nietos política nacional e internacional. Con motivo de la Segunda en “El Pueblo”, que sirvió para ser desposeída de sus cargos dio cuando simpatizó con su familia de la revolución del 4 cuelas se establecía la enseñanza religiosa. El 17 de octubre. Delfina fue una de las pocas personas de la alta sociedad. Que vio claro el movimiento de revolución social en otro artículo: Una emoción nueva en Buenos Aires, por el que debió dejar de colaborar en el diario igual que su marido. Pero recibió su premio al ser designada miembro de la Junta de Intelectuales: se hizo justicia por ser la escritora de mayor obra, personalidad y talento, por prestigio personal y también por ser mujer de vida intachable, al decir de Gálvez. Sus colegas la consideraron extraordinariamente. Publicó por entonces La vida en los sueños (1943). del que había aparecido algún capítulo en “La Nación”. Abordaba temas de psicología, filosofía e interesó a los psiquiatras y especialmente al escritor Stephan Sweig. Al año siguiente publicó Leyendo a León Bloy.
En 1949 dio a conocer Cura de estrellas, primer libro argentino compuesto por aforismos con el que pareció haber alcanzado el don de la sabiduría con cierta plenitud. Después fue nombrada jurado del Premio Nacional de Poesía, y se contagió escribiendo poemas religiosos. llenos de fe y poseídos por su incalificable fervor en Dios. En total produjo 26 libros, pero han quedado muchos inéditos. Dos años antes de fallecer, a los 68 años. Reanudó sus estudios de alemán, idioma del que algo sabía por haberlo escuchado frecuentemente en el hogar paterno. Llegó a dominarlo y así pudo leer libros enteros como el Werther de Goethe. Desde que padeció de hipertensión arterial le causó daño su estada en Alta Gracia durante el verano, y tan pronto salía de sus límites mejoraba de inmediato. En marzo del 52. con motivo de cumplir el 25 aniversario la capilla que había fundado con su amiga Guillermina, ésta la invitó a concurrir para celebrar ese acontecimiento, y aunque su esposo se opuso al viaje Delfina quiso acompañarla. Días después se recibió la nefasta noticia de su muerte ocurrida el 30 de marzo de 1952.Su entierro fue un gran duelo. “La Nación” le dedicó un sentido y conmovedor artículo escrito por Augusto Mario Delfino. “Los Principios” de Córdoba, también la recordó. Ambos con retratos, a los que se sumaron otros. En el aniversario de su muerte. La Municipalidad de Alta Gracia le impuso su nombre a una calle de su ciudad. “Delfina era alta y delgada, tenía brazos y piernas largas, talle muy corto y hombros caídos, angélicos. Las delicadezas de sus facciones armonizaban con una frente amplia y las líneas del rostro guardaban extraño parecido con las figuras de las prerrafaelitas de Botticelli”.