Cuando el surrealismo perdura en el siglo XXI
El surrealismo fue un movimiento pictórico que tuvo su auge durante el siglo XX. Pintores como Salvador Dalí, movilizaron y deleitaron al mundo con sus maravillosas obras oníricas en las que los límites entre la fantasía y la realidad se veían desdibujados. Obras que, en un clima desértico condensaba y fusionan los más dispares elementos y figuras, encerrando un relato en su conjunto cuyo simbolismo sólo podía ser descifrado por las mentes más agudas o los psicoanalistas más expertos. Y, si bien luego del surrealismo otras corrientes artísticas se hicieron su lugar, se ve que mucho de su legado quedó instalado y puede verse solapado, a veces más discretamente y otras más evidentemente, con el arte moderno.
Rastro en la oscuridad es una obra de arte moderna, perteneciente al siglo XXI que evidencia justamente todo lo anteriormente dicho. Fue realizada hace pocos años por la artista norteamericana Nicole Eisenman y su combinación es una mezcla perfecta entre el surrealismo y lo moderno. Se trata de una obra de gran tamaño, supera casi los 9 metros cuadrados y está expuesta en la Tate Gallery de Londres.
Desde lo moderno este cuadro muestra colores muy fuertes y saturados, poca presencia de claroscuros y más bien una preponderancia de los colores plenos. No apunta a ser realista pero tampoco es abstracto. Las figuras humanas que en este cuadro se presentan son más bien claras y diferenciadas, pero con cierto corte caricaturesco. No hay que olvidarse que este cuadro es pura denuncia.
Desde lo surrealista, puede decirse que hay muchos elementos que emparentan esta obra con esta escuela de arte. El paisaje desértico, casi sombrío y despoblado sino fuera por sus personajes. Un cielo amarillento le da un cierto aire futurista y un árbol muerto nos recuerda a las obras de Salvador Dalí sin duda.
Se presentan tres figuras masculinas. La de más al fondo regordeta, insegura montando en bicicleta. Otra protagonista que es la que intenta iluminar con una particular linterna, pero cuyo halo lejos de aportar luz aporta oscuridad. ¿Qué querrá insinuar su autora con esta paradoja moderna? ¿Nos están llevando los avances al precipicio y la desolación? Y, por último, un tercer hombre con un dron en su cabeza y un ojo saliendo de su cerebro. El control máximo sobre la humanidad nos está dejando a oscuras.
Una clara denuncia de su autora. Una obra moderna, futurista y esperemos que no vaticinadora.
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