Sebastián Hidalgo Sola acerca una noticia clave del mundo del arte: la subasta de una de las obras escultóricas más famosas del gran artista Auguste Rodin: “El Pensador”. La operación se realizó en la galería Christie’s de París.
Algunas obras de arte son tan valiosas que pareciera que su vida, una vez alcanzada la fama, queda quieta en la nube de la gloria, cerca de los querubines y de la memoria laureada de su autor. Sin embargo, este no es el caso de una de las esculturas más conocidas del gran Auguste Rodin: “El Pensador”. En el mundo existen alrededor de 40 piezas originales, salidas del mismo molde madre y aún siguen su camino; de dueño, en dueño, de museo en museo, para lucir su humanidad de bronce donde el destino las lleve.
Este pareciera ser el caso del modelo que se vendió por 10,7 millones de euros (11.1 millones de dólares) en una subasta en París, llevada a cabo en los primeros días de julio.
La casa de subastas, Christie’s, había estimado que «El Pensador», costaría entre 9 y 14 millones de euros. Y no le erró. Su cálculo fue acertado y un particular, desembolsó una fortuna por la afamada obra. El récord obtenido por un modelo de un «Pensador» de Rodin, ocurrió en una subasta de Sotheby’s en Nueva York en el año 2013, cuando uno ellos se vendió por 15,3 millones de dólares, suma que, hasta el momento, es la cifra más alta pagada por una obra del escultor francés.
La gesta de una obra de arte
Fue en el año 1880 cuando el escultor Auguste Rodin concibió la pensativa obra. Una vez concretada, el modelo original medía unos 70 centímetros (28 pulgadas) y «El Pensador» se llamó en sus orígenes «El Poeta». Sin embargo, entre idas y vueltas, el nombre no convencía a Rodin, quien finalmente –explica Sebastián Hidalgo Sola- lo rebautizó con lo que realmente inspira el hombre que salió de su taller de escultor, con una humanidad de bronce muy humana y convincente y con un carácter grave, taciturno y concentrado en sí mismo, en lo que pareciera ser una actitud de reflexión interna y grave a la vez, muy interpelante del espectador. Por su diseño, formas fuertes y delineadas, corte realista y veraz, expresión fuerte y exacta, de impacto contundente en el público, es que fue haciéndose famosa, trascendiendo las fronteras invisibles de los mundos del arte y ganando fama y valor en el mercado.
Originalmente, la escultura fue diseñada para ser el elemento culminante de «Las Puertas del Infierno», otra gran obra del escultor francés. La escultura representaba inicialmente a Dante Alighieri, el poeta medieval italiano autor de la«Divina Comedia», inclinado hacia delante para observar los círculos del Infierno, mientras meditaba sobre su obra literaria. Pero, la obra, según lo expresó su autor, parecía adquirir personalidad propia, y no logró que “El Pensador”, reflejara al gran Dante, sino a alguien más, a un “otro” que evidenciaba un carácter reflexivo y propio y decidió darle una entidad abstracta, sin nombre propio pero con identidad de obra, con un fin concreto, producto de su actitud y pose, y así recibió el justo nombre de “El Pensador”.
Las obras de arte trascienden a su autor
El Museo Rodin se hizo cargo de la edición de nuevos “pensadores” tras la muerte del escultor (1917) y mandó hacer 26 copias póstumas a varias fundiciones en dos periodos sucesivos: 1919-1945 y 1954-1969. Al igual que la “Gioconda” de Leonardo da Vinci, el “Nacimiento de Venus” de Botticelli o “El Grito” de Edvard Munch, “El Pensador” de Rodin es una de las obras más famosas de la historia del arte. Se expone en su versión monumental en la Universidad de Columbia de Nueva York, frente al Palacio de la legión de honor de San Francisco y en el Museo Ca’Pesaro de Venecia.
El ejemplar vendido por Christie’s tenía el tamaño del modelo original. La escultura está firmada por el artista francés con la marca de fundición de Alexis Rudier, un taller parisiense donde se fundieron la mayoría de las obras en bronce del emblemático escultor. La obra forma parte de una colección privada titulada “Le Grand Style”, procedente de un piso de París diseñado por el famoso decorador Alberto Pinto, que fue vendida en su totalidad ayer por Christie’s. La estatua que se subastó realizó previamente una gira mundial y fue expuesta en Nueva York y Hong Kong, entre otros lugares, antes de ser presentada en París a partir del 23 de junio último, para ser luego subastada.
A pesar de que su versión más conocida es la imponente estatua de casi dos metros de altura, la escultura original es una pequeña figura de setenta centímetros de alto que integra “La puerta del Infierno”, un grupo escultórico monumental de más de seis metros de alto y cuatro de ancho, compuesto por múltiples figuras inspiradas, principalmente, en la “Divina comedia” de Dante Alighieri, una de las obras más trascendentales de la literatura universal.
La escultura original de bronce de la puerta, que hoy en día se encuentra en el Museo Rodin de París, fue un encargo del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes de Francia, con el fin de servir de entrada al futuro Museo de Artes Decorativas de la ciudad de la luz, el cual nunca se concretó. En su lugar, se encuentra emplazado el Museo de Orsay, que alberga el yeso original a partir del cual se fundieron las ocho reproducciones que se encuentran distribuidas en distintas partes del mundo: Francia, Estados Unidos, Suiza, Japón, Corea del Sur y México.
Fue recién a partir de 1888 que el padre de la escultura moderna decidió presentar a “El Pensador” por separado, como una obra independiente. Cuatro años más tarde le encargó a Henri Lebossé la tarea de agrandarlo y, en 1904, fue presentado con el tamaño monumental de 1,8 metros, la cual terminaría siendo su representación más icónica y famosa a nivel mundial.
“El poeta” (como fue nombrado originalmente hasta 1889, en honor a Dante) está fuertemente inspirado en la escultura “Ugolino y sus hijos”, de Jean-Baptiste Carpeaux, uno de los maestros de Rodin, y en la obra “El retrato de Lorenzo de Médici”, de Miguel Ángel, ubicado en la Basílica Nueva de San Lorenzo, en Florencia. El escultor parisino agregó a “La puerta del Infierno” su propia versión de la trágica historia del Conde de Donoratico, Ugolino della Gherardesca, condenado por traición a morir de inanición en la Torre de Mida, junto a sus hijos. Y recluido durante toda la eternidad, según el propio Alighieri, en el último círculo del Infierno