De la valentía española

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La honestidad y crudeza de los trazos de Ignacio Zuloaga

Pocas pinturas tan crudas, honestas, reales y dramáticas existen en el arte universal como las del pintor vasco Ignacio Zuloaga. Seguramente producto de un estilo personal marcado, una clara influencia de el Greco y, sobre todo, de la España que le tocó vivir. De toda esa amalgama este artista se abrió paso firmemente y se hizo famoso y reconocido con un estilo indiscutible, oscuro y frontal. Con una capacidad descriptiva y realística que se refleja en diferentes tipos de temas. Amante de su España y de los toros, Ignacio Zuloaga fue un pintor valiente que se propuso pintar y mostrar a modo de periodista lo que sucedía en su España contemporánea.

¿Pero quién fue realmente Ignacio Zuloaga? ¿Quién fue el artista detrás de esta honestidad y crudeza a la hora de pintar?

Ignacio Zuloaga nació en Éibar, país vasco, en el año 1870. Eran cinco hermanos y eran hijos de un ceramista y nietos del último arcabucero de la casa real, profesión respetada y tradicional de España. Ignacio Zuloaga mostró su amor artístico desde siempre, aunque no muy bien aceptado por su familia. Mostró sus dones y su capacidad de tejer lazos y hacerse un nombre y un buen vivir de su pintura. Viajó por toda Europa, lo que le permitió aprender y hacerse conocido en la élite del arte. Fue merecedor de varios premios y reconocimientos a lo largo de toda su carrera en España y varios países de Europa. Murió en Madrid en 1945.

Algunas de sus obras nos muestran su esencia…

“Víspera de la Corrida”

Este óleo sobre lienzo expresa en igual medida su estilo, su amor por España y su afán por los toros. Realizado en el año 1898 este óleo es de grandes dimensiones, con un tamaño de 302 cm por 222 cm. Esta colorida pero algo oscura escena, muestra a varias mujeres con floridos y detallados vestidos, coronados por sus peinetas y mantillones españoles. Vestimenta clásica de la época, se las muestra en actitud relajada y feliz observando a los toros, que se encuentran dispersos en el paisaje. Realizada en Sevilla, esta obra que fue expuesta en Bruselas muestra lo más clásico del espíritu español. Para algunos críticos de aquella época un tanto antigua y apegada a viejos esquemas, para la visión de ahora, un testimonio real y fidedigno de la España de aquel entonces.

“El reparto de vino”

Este óleo sobre lienzo del año 1900 se caracteriza por el fiel realismo de los rostros humanos y la representación de un momento típico andaluz. Cabe destacar que Ignacio Zuloaga vivió de casado mucho tiempo en París, y sus frecuentes viajes a Sevilla y España en general lo retrotraían a lo más amado de su país y a generar estas imágenes. Aquí, en esta paleta de colores oscuros, se observan mujeres, hombres y niños rodeados entre vasijas y vino, haciendo la típica distribución del vino. Sus rostros, sus manos y sus pies, así como sus ropas son detalladas, realistas y expresivas, un poco queriendo denunciar una época oscura y difícil de la vida en España.

La tradición española queda plasmada en el estilo de Zuloaga en estas dos pinturas, sus rostros, sus mantillas, sus vinos, toros y paisajes, van dejando entrever costumbres españolas y realidades políticas, sociales y económicas de la España del 1900. La paleta oscura no opaca su naturalismo y capacidad expresiva y acentúa muchas durezas de la época salpicadas de antiguas costumbres y color local. Otras grandes obras pueden destacar de este artista, como “El enano Gregorio el Botero”, “Las brujas de San Millán” y “Mi tío Daniel y su familia”.

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