En 1841 nacía Berthe Morisot, quien fue considerada la gran dama del impresionismo, junto con Mary Cassat y con Marie Bracquemond. Berthe Morisot fue un concepto revolucionario para el arte, puesto que su gran capacidad artística y su espíritu le permitieron abrirse paso en una sociedad de hombres elitistas en la que era visto como un escandalo que una mujer pintara y participara de la vida profesional y artística.
Desde muy joven, desde que en su Bruselas natal tomara clases particulares, Berthe Morisot comenzó a mostrar un don fuera de lo común. Ese don la convertiría junto a su forma de ser en “la dama del impresionismo”. Una dama que se manejaría con soltura en un mundo de hombres, exponiendo su obra desde temprana edad y pintando con mucha sencillez y naturalidad sobre su vida personal, cotidiana y privada. Lo que veían sus ojos de artista, esposa y madre es lo que ella siempre pintaba. Y eso le valió un lugar único en la historia del arte y le permitió influir como pocos dentro del movimiento impresionista.
Berthe Morisot en realidad se llamó Berthe Marie Pauline Morisot, nació en Bélgica, en una familia de clase alta y tuvo tres hermanos. El trabajo se su padre hizo que con el tiempo se fueran a vivir al sur de Francia a un pequeño pueblo. Y ese pequeño pueblo rural, Passy, paradójicamente fue la casa de toda la vida de esta mujer revolucionaria.
Allí fue conociendo a diferentes artistas que la formaron gracias a su familia de manera particular, le introdujeron sobre el uso de la luz y la pintura al aire libre. Paso importantísimo que le abrió la mente y el camino para introducirse al impresionismo y en 1864 ya estaba participando de su primera muestra en el icónico Salón de París.
Las obras de Berthe Morisot son de una simpleza única, retratando temas como su vida familiar, domestica, sus vínculos y las escenas que se cruzaban en su camino y capturaban su atención y su interés. Maestra de la luz y del retrato, se caracterizó por un uso del trazo aun mas particular que el resto de los impresionistas, en el que se acentuó el fraccionamiento constante del mismo.
La cuna
La cuna es un óleo sobre lienzo que se encuentra hoy expuesto en el Museo de Orsay en París. Realizado en el año 1872, esta bella escena retrata la imagen de una madre sentada al lado de la cuna de su pequeño y recién nacido bebe. Ella lo observa atenta, los ojos fijos en él. Él duerme plácidamente en una cuna blanca, calentita y mullida, cubierta por un tul blanco que la artista logra representar a la perfección. Esta escena retrata a la hermana de Berthe Morisot quien había tenido una beba recientemente y por ende Berthe decidió retratar a ambas.
La psyche
La psyche es una obra que Berthe Morisot realizó en el año 1876 y que se encuentra hoy preservada en el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza de España. La artista retrató muchas escenas domésticas y privadas del momento tan solitario e intimo de cuando una mujer se viste y se prepara. En Psyche retrata a una joven en el momento que se está sujetando por detrás la enagua para luego ponerse su vestido. Se mira al espejo (psyche en francés) de costado como valorando su imagen. Lleva el pelo recogido lo que acentúa el blanco de su cuello y piel. La luz que proviene de ambas ventanas laterales enmarca la escena y le dan muchísima claridad.
Berthe Morisot realizó muchas obras de este tema. Obras de mujeres vistiéndose, maquillándose, cuidando a sus niños, junto a sus mascotas. Escenas privadas, domésticas y también cargadas de mucho simbolismo y connotación social.
La importancia de esta artista en el mundo del arte fue tal, que al año de morir sus más allegados colegas impresionistas realizaron una exposición con muchas de sus obras. Berthe Morisot, la dama del impresionismo fue la primera mujer en exponer sola. Sin lugar a duda una mujer influyente, que supo codearse en la vida, que tuvo oportunidades educativas y que sacó lo mejor de un don que trajo desde la cuna. A la vez, supo sintetizar a la perfección el mundo privado con la vida pública, escenas que, de no haber sido por ella, quizás no llegaban nunca al ojo del espectador.